miércoles, 10 de diciembre de 2008

EN GRECIA TAMBIEN SE RESISTE...























Despues del asesinato de un joven estudiante a manos de la policia, el sabado pasado, los jovenes levantan hoy la bandera de la dignidad y la libertad.

LLEGARON AL CORAZON PARA QUEDARSE

Por mes y medio la palabra indígena caminó por Colombia. En efecto desde el 12 de octubre, en el Cauca primero y luego en distintas partes del país, se llevó a cabo la “minga de resistencia comunitaria y social”. Luego de recorrer el largo trayecto desde Popayán hasta Bogotá, haciendo escala en Cali –por segunda vez, pues ya habían estado allá hace un mes en el frustrado encuentro con el presidente Uribe Vélez–, Ibagué, Fusagasuga y Soacha, el viernes 21 de noviembre cerca de 30.000 indígenas acompañados de sectores solidarios llegaron a la plaza de Bolívar. Al día siguiente algunos ministros intentaron engatusarlos con vagas promesas, ya que el presidente no se apareció a este encuentro –lo había hecho en forma diletante y autoritaria en La María unas semanas antes, sin conceder nada–. Los indígenas no cayeron en la trampa oficialista y decidieron regresar a sus tierras para atender la emergencia de la erupción del volcán-nevado del Huila, eso si dejando una delegación para encarar un eventual diálogo con Uribe Vélez, que tampoco se dio finalmente. Pero no por ello consideran terminada la minga, ella continúa. Aunque, en cuanto al logro de sus demandas, no se puede hablar de un éxito rotundo de la movilización indígena, si tuvo un notable impacto político. Por todo ello la “minga de resistencia comunitaria y social” es un hecho histórico que amerita ser analizado, como intentamos hacer en estas notas.

Si bien no era la primera vez que llegaba una marcha indígena a la capital –ya en 1980 lo habían hecho las autoridades de los resguardos del Cauca–, la cantidad de participantes y su nivel de organización impresionaron a propios y ajenos. A pesar de la estigmatización del gobierno al tacharlos de “terroristas”, de la provocación de la fuerza pública que segó la vida de un par de comuneros, de las voces descalificadoras de algunos columnistas y de los intentos de unas pocas autoridades civiles y universitarias por aislarlos, durante 45 días los indígenas mantuvieron una protesta ordenada, bajo la guía de sus autoridades y la vigilancia de la Guardia Indígena. Tal nivel de organización no se improvisa. En efecto, la lucha centenaria de los pueblos originarios de nuestro actual territorio es un acumulado que ellos ponen en juego en sus relaciones con el Estado y el resto de la sociedad. No en vano ellos dicen que el pasado está por delante en su largo caminar. Este apoyarse en las tradiciones para enfrentar los retos contemporáneos les da no solo gran cohesión sino una gran proyección política.

En efecto, el impacto de la reciente minga no se agota en el número de participantes ni en su notable organización. Resalta igualmente el creciente protagonismo indígena en las luchas sociales nacionales. Aunque representan el 3% de la población del país, durante el extendido mandato de Uribe Vélez ellos han desarrollado cerca del 5% de las protestas en el territorio colombiano, según la Base de Datos de Luchas Sociales del Cinep. A la par de sus congéneres del continente, desde los años 70 los indígenas colombianos han incrementado la participación política por vías institucionales y extrainstitucionales. Electoralmente desde los años 90 participan en los niveles municipal –conquistando alcaldías y consagrando Planes de Vida como proyectos propios de desarrollo–, regional –no olvidar la gobernación del Cauca de Floro Tunubalá entre 2001 y 2003– y nacional –por medio de agrupaciones políticas y de congresistas elegidos por circunscripción especial y fuera de ella–. Pero allí no se agota el repertorio de su acción colectiva. Desde tiempos lejanos han resistido por distintos medios a los despojos y exclusiones, y recientemente han adelantado notorias luchas como la masiva minga que llegó a Calí en septiembre de 2004, la amplia votación de las comunidades contra el TLC en marzo de 2005 y las persistentes recuperaciones de la “madre tierra” de los últimos años acompañadas de marchas, bloqueos de vías, amén de asambleas y reuniones internas, así como de intentos de negociación con agentes estatales y actores armados. Ahora incursionan también en los ámbitos internacionales para presionar sus demandas.

Sin duda ello refleja un nuevo liderazgo en la dinámica social y política del país. Pero no se trata de un liderazgo excluyente y menos de una nueva “vanguardia” de la lucha popular. Si bien la dimensión racial-étnica ha sido un elemento renovador de la acción colectiva en Colombia como en el conjunto del continente, no quiere decir que las desigualdades de clase hayan desaparecido. Por el contrario, los indígenas son concientes de que comparten muchas de las exclusiones y opresiones con el conjunto de sectores populares, agravadas por la imposición de la agenda neoliberal. Por esto hacen un llamado no solo a sumarse a sus luchas, sino a que cada actor subalterno adelante sus propias “mingas” en las que se denuncien las condiciones particulares de cada sector social. Su agenda parte de la especificidad indígena, pero se proyecta hacia el conjunto de la sociedad. Los cinco puntos de la pasada movilización son bien dicientes al respecto: rechazo a los tratados de libre comercio; oposición al terror y la guerra; derogación de la “legislación de despojo”; cumplimiento de acuerdos con el Estado; y creación de mecanismos de soberanía, paz y convivencia.

Incluso desde el ámbito cultural, la reciente minga no solo fue una reivindicación del orgullo de ser indio, sino una apelación para que la mayoría mestiza reconociera su ancestro indígena. En ese sentido muchos sectores populares urbanos e incluso estudiantiles se sintieron “indios”. Ello provocó una solidaridad ciudadana basada en la admiración por estos “guerreros milenarios” y no en la conmiseración de otros tiempos. De esta forma la movilización indígena fue también una “minga de pensamiento” para el conjunto de la sociedad.

Entonces los indígenas no se sitúan por encima del pueblo colombiano ni están al margen de sus demandas; son parte de él, aunque mantienen su especificidad. Luchan por las libertades individuales y sobre todo colectivas, mientras defienden la soberanía nacional. Propugnan por la igualdad socioeconómica junto con otros sectores subalternos, así se les tache injustamente de poseer muchas tierras, pues en realidad la mayoría de ellas se ubica en áreas de bosque y selva no cultivables. También practican la solidaridad adentro y afuera de su movimiento. Pero esas luchas por libertad, igualdad y solidaridad las articulan con la defensa de su diferencia étnica y cultural. Así enarbolan la autonomía en sus relaciones con los otros. El llamado a la unidad en la diversidad es una apelación incluyente, pero con respeto a las diferencias. En pocas palabras, con sus discursos y prácticas los indígenas están trazando el derrotero para una izquierda sociopolítica renovada. He ahí la profunda lección de la pasada minga indígena, de la que todos debemos aprender.

Pero además la minga no terminó con el regreso a sus tierras originarias. Ella continúa, pues en la centenaria resistencia indígena éste es un episodio más. De modo que tendremos su aleccionadora presencia en escenarios públicos nacionales e internacionales para mucho rato. Más aún, es previsible que el protagonismo alcanzado hasta ahora por los indígenas, lejos de disminuir, continúe acrecentándose con lo que no será posible tacharlos de ser una minoría marginal en la vida nacional. Ellos llegaron al corazón del país para quedarse

Mauricio Archila Neira

LA MASACRE DE LAS BANANERAS Y LA DESIGUALDAD DE LAS VICTIMAS


La inadmisible asimetría moral de la sociedad colombiana

En Colombia todas las víctimas son iguales, pero algunas son más iguales que las otras. Con esta proposición, inspirada en una frase semejante de Georges Owell en su novela Rebelión en la granja, resalto la enorme asimetría moral de la sociedad colombiana frente a sus víctimas.

La opinión pública condena masivamente ciertos actos atroces inaceptables, como los secuestros de la guerrilla, pero se muestra más silenciosa e indolente frente a las víctimas de otros horrores también intolerables, como los falsos positivos de la Fuerza Pública o las matanzas y desapariciones de los paramilitares.

La conmemoración el pasado 6 de diciembre de los 80 años de la masacre de las bananeras muestra, además, que esa inadmisible asimetría moral de la sociedad colombiana es infortunadamente de vieja data.

Como se sabe, en 1928 los trabajadores de la United Fruit Company entraron en huelga para lograr un alza de salarios y para que esa compañía aplicara las leyes colombianas. El gobierno de Abadía Méndez dio un tratamiento de orden público a ese conflicto y en diciembre de 1928 militarizó la zona bananera de Santa Marta. El 6 de diciembre las tropas al mando del general Cortés Vargas, comandante de la zona, dispararon contra los trabajadores concentrados en Ciénaga, ocasionando la masacre.

Mucho se ha discutido acerca del número de muertos, pero si le creemos al entonces embajador norteamericano Jefferson Caffery, fueron centenares. Este diplomático, en un informe al Departamento de Estado, consideró que las víctimas fatales eran más de mil.

Esta terrible y escandalosa matanza no generó, sin embargo, ninguna responsabilidad penal ni política. El entonces ministro de Guerra, Ignacio Rengifo, quien defendió el tratamiento militar de la huelga, no sólo se mantuvo en el cargo, sino que fue considerado el hombre providencial del régimen. Por su parte, el general Cortés Vargas fue ascendido y nombrado comandante de la Policía en Bogotá.

Seis meses después, en junio de 1929, con ocasión de una protesta callejera estudiantil en Bogotá, fue asesinado por la Policía Gonzalo Bravo Pérez. Era un estudiante de la élite bogotana, quien era además hijo de un amigo personal del presidente Abadía. Al día siguiente, en el Gun Club se reunieron representantes de la élite política y decidieron hablar con el presidente Abadía. Como resultado de esta reunión cayeron entonces el ministro Rengifo y el general Cortés Vargas.

Este hecho muestra la asimetría moral de la sociedad y el Estado colombianos frente a sus víctimas. Mientras que la masacre de centenares de trabajadores bananeros humildes no conmovió al gobierno de la época, la muerte de un estudiante de la élite hizo caer el gabinete.

Es obvio que la muerte por abuso policial de un estudiante es siempre grave y, en una democracia, debe ocasionar las correspondientes responsabilidades penales y políticas. Las renuncias aceptadas del ministro Rengifo y del general Cortés Vargas por la muerte del estudiante Bravo fueron entonces justificadas. Pero lo que salta a la vista es el contraste de esta actuación con la reacción gubernamental frente a un hecho más grave ocurrido poco antes: la masacre de las bananeras.

¿Estamos superando o perpetuando esa inaceptable asimetría moral? Un buen indicador será el último debate en el Congreso del estatuto de víctimas, pues el texto aprobado por la Comisión I discrimina a las víctimas de agentes de Estado, pues les impone injustificadamente mayores requisitos para acceder a las reparaciones. Si la Plenaria de la Cámara elimina esas discriminaciones habremos dado un paso en la dirección correcta.
por Rodrigo Uprimny

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miércoles, 19 de noviembre de 2008

LA MINGA EN SOACHA

Con una gran concentración popular en la parque principal del municipio de Soacha el día martes 18 de Noviembre en horas de la tarde fueron recibidos los marchantes de la minga de resistencia indígena social y comunitaria “Caminando la palabra”.


















lunes, 10 de noviembre de 2008

Obama, cerrara Guantanamo?


Despues de la euforia viene la verdad, despues de las promesas vienen las realidades...

“Yes, we can”

El ocaso de los “cowboys” y el comienzo del siglo XXI.

EL HISTÓRICO 2 DE NOVIEMBRE, en La María, Piendamó, Colombia, después de la violenta arremetida en contra del movimiento indígena por cuenta del gobierno Uribe, cuyo saldo dejó un muerto, más de cien heridos, varias familias desplazadas y considerables destrozos, con ese habitual tono autoritario de terrateniente como si se tratase, no de una República soberna sino de su propia finca –Uribe– en una irresponsable declaración con el más vergonzoso “cowboy style”, trató a José Miguel Vivanco, director de Human Rigths Watch para las Américas, de defensor y cómplice de las FARC:

“Porque es que a mi no me va a enseñar el señor Vivanco derechos humanos. Antes de que el señor Vivanco –defensor de la FARC–, antes de que el señor Vivanco –cómplice de la FARC–, viniera aquí a criticar la política de seguridad democrática, nosotros estábamos haciendo un esfuerzo por sacar este país adelante.”
A. Uribe – Noticias UNO,
http://www.noticiasuno.com/emisiones/domingo.html

Grave declaración que lo podría colocar en el banco de acusados por difamación contra el director de una importante organización cuya sede principal está en el mismo país donde, hasta hace poco, buscaba histéricamente arrancar un TLC contra viento y marea.

Según Noticias UNO, Uribe desconoce que Human Rights Watch ha condenado repetidamente a las FARC, tan sólo este año en más de 30 ocasiones, y a través de más de 600 artículos donde denuncia la violación de los derechos humanos por parte de esa organización.

Según José Miguel Vivanco, en materia de derechos humanos en Colombia se “superan los abusos a la dictadura de Pinochet”. Agregó que “las violaciones a los derechos humanos que se cometen en Colombia en un año equivalen a todas las realizadas en la dictadura chilena de Augusto Pinochet”. El informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación de Chile, afirma que durante los 17 años de la dictadura de Pinochet murieron dos mil 115 personas, como producto de violaciones a los derechos humanos, y 164 debido a la violencia política.

El negro balance general de la violación de los derechos humanos, socioeconómicos y ambientales en Colombia, es propio de la más cruenta dictadura disfrazada de democracia:

· Según diferentes organizaciones de derechos humanos, el 75% de los casos de violación de los derechos humanos recae en la estrategia militar-paramilitar del Estado, mientras que el 25% restante es responsabilidad de las guerrillas.

· Esta violenta estrategia de contrarreforma agraria por el control del territorio y los recursos naturales, ha provocado el desplazamiento forzado de la población civil sin precedentes en la historia de Colombia, evaluado hoy día en cerca de 4 millones de personas. Se trata de uno de los problemas más graves del país que revela el carácter estructural del conflicto.

· El Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural (INCODER), así como el Sindicato nacional de trabajadores de INCODER (SINTRAINCODER) estiman que durante los últimos 20 años se han expropiado entre 5 y 6,8 millones de hectáreas de tierra, equivalente a cerca del 48% de las tierras cultivables del país.

· Durante este mismo periodo, la concentración de la tierra ha aumentado considerable y violentamente. Mientras, recientemente, Uribe señalaba que “en manos de las comunidades indígenas (2,2 por ciento de la población) se encuentra el 27 por ciento del territorio nacional”, olvidó comentar que 5000 familias riquísimas –entre ellas la suya– es decir l 0.001% de la población, poseen el 50% de las tierras cultivables del país.

· En este escenario de profunda injustita económica, cerca del 65% de la población del país vive en condiciones de pobreza y de extrema pobreza.

· Decenas de miles de personas son asesinadas anualmente, entre ellas líderes sociales y comunitarios, sindicalistas, activistas de derechos humanos, estudiantes…

· Más de 15.000 desapariciones forzadas, más de 2500 sindicalistas asesinados. El 64% de los sindicalistas asesinados en el mundo en los últimos 10 años, han sido asesinados en Colombia.

· Centenares de crímenes atroces de “falsos positivos” actualmente en investigación, engendrados por la aberrante política de “seguridad democrática” de Uribe. En su lógica armamentista, ofrecer 3.8 millones de pesos por cada ciudadano eliminado no es otra cosa que autorizar y fomentar el asesinato de inocentes. Abre paso así a la demencia de las armas y rechaza de plano la justicia. Esta política ha fomentado las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales y fuera de combate, y los falsos positivos, negando el Estado de derecho, privando a cada ciudadano –sea quien fuese– del derecho a un juicio imparcial.

· Como gobernador de Antioquia, Uribe fue además promotor de la semilla del terror paramilitar con la creación de “Las Convivir”. Según la ex alcaldesa de Apartadó, en un “documento firmado por el gobernador Álvaro Uribe Vélez, Resolución No.42360 de noviembre de 1996”, Uribe reconoce la Personería Jurídica a esta organización, que recibió los recursos de la compañía bananera estadounidense Chiquita Brands para montar la estructura que desencadenó la eliminación sistemática de las personas en la región del Urabá antioqueño.

· Según Luis Eduardo Saavedra[1], actualmente se encuentran en prisión 28 miembros del Congreso y otros 48 son objeto de una investigación judicial, es decir un total de 76 parlamentarios de los 268 que hacen parte de las dos cámaras. De los 10 partidos políticos en el Congreso, ocho se encuentran infiltrados por la parapolítica y, de ellos, siete son “uribistas”.

· Para colmo de las aberraciones, “Uribe propuso formalmente, públicamente, excarcelar a todos estos parapolíticos y terminar con estas investigaciones”, afirmó Vivanco recientemente en una entrevista.

El mismo informe de HRW señala que, a pesar de que “las instituciones de justicia de Colombia han logrado avances históricos contra el poder paramilitar”, (…) “lamentablemente (…) algunas acciones del gobierno amenazan con frustrar las investigaciones que tienen más posibilidades de generar cambios.

Bastante tendrá que aprender –por cierto– el señor Uribe, no sólo del más elemental respeto y diplomacia, sino efectivamente en materia de respeto de los derechos humanos, desde el derecho a la libertad de expresión, la libertad del ejercicio de la oposición política, la disidencia y el derecho fundamental a la vida, hasta los derechos sociales, económicos y ambientales que se les niega a las mayorías marginales en Colombia. Los intereses que defiende en el TLC no son los intereses de las grandes mayorías. Son los intereses de los grandes capitales nacionales en connivencia con los capitales transnacionales, para continuar el saqueo de los recursos naturales del país y la explotación de los trabajadores.

Uno tras otro, escándalos cada vez más graves sumergen a este gobierno en el lodo de la mentira, la difamación, las atrocidades, las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, la ilegitimidad constitucional en la que se apoya, la mafia que lo mantiene… Afortunadamente Colombia no está sola. La mirada del mundo se posa en este país e instancias internacionales velan por los derechos humanos en Colombia, puesto que ni el gobierno ni el Estado son capaces de respetarlos ni garantizarlos.

¿Será posible derrotar democráticamente a un gobierno perverso, ahora cuando la democracia estadounidense acaba de sacar de la Casa Blanca a su patrón conservador para darle el triunfo histórico a un gran hombre que representa los intereses de las mayorías descendientes de los esclavos africanos?

“Yes we can”! De Kogelo, en Kenia, a José de Apartadó, en Colombia, ¡celebremos la resistencia y la esperanza!
Jorge Parra

jueves, 30 de octubre de 2008

martes, 28 de octubre de 2008

La Historia de las Cosas

Un buen video, que explica de manera sencilla porque estamos como estamos
http://video.google.com/videoplay?docid=-5645724531418649230

Carta a Uribe de un Nobel de Paz

Buenos Aires, 22 de octubre de 2008.-Señor Presidente de la RepúblicaD. Alvaro Uribe VelezCarrera 8 No. 7 – 26 Palacio de Nariño BOGOTA - COLOMBIA

Cuando participé hace unos meses en el Tribunal de los Pueblos en su país, pude tomar contacto con la terrible situación de violencia e intimidación que sufre gran parte de los luchadores sociales y las diferentes comunidades indígenas.En esa oportunidad, cuando me preguntaron por la postulación de su persona para el Premio Nobel de la Paz, expresé que no estaba de acuerdo, porque usted no había hecho nada por la paz, usted es un guerrero, no un pacifista.

Y ahora, esta brutal e inconcebible represión policial en contra de la protesta indígena, conocida como "la minga indígena y popular por la resistencia", que se realiza en La María, a 600 kms. de Bogotá, viene a corroborar una vez más su espíritu belicista y poco propenso al diálogo.
Las tres personas fallecidas, entre las cuales se encontraba un niño, y un centenar de heridos, se suma a las 7 asesinadas en distintos lugares del país por miembros de la organización paramilitar, conocida como "Aguilas Negras", demuestran que se quiere gobernar y acallar al pueblo a través del terror y la muerte.


Sr. Presidente, decir que existen infiltrados en las manifestaciones y que éstos atentan contra la policía, resulta de una ingenuidad difícil de creer. En estas manifestaciones, los Pueblos Indígenas sólo están reclamando el derecho a sus tierras, el respeto a la autonomía de sus comunidades y el cumplimiento de acuerdos suscritos con el gobierno que usted encabeza.

Todas las personas y organizaciones que luchamos por la justicia y por un mundo en paz, levantamos nuestra voz en contra de la violencia indiscriminada y la brutalidad de sus métodos represivos. Exigimos, señor Presidente que abandone esta política de agresión contra todo el pueblo colombiano, y en este caso contra los Pueblos Originarios. Pedimos respeto y reconocimiento de sus legítimos derechos, y una reparación por toda la violencia que vienen sufriendo.

Tenga la seguridad, que nuestra voz se levantará ahora y todas las veces que fuese necesario para evitar el derramamiento de sangre y en contra de todo tipo de violencia innecesaria.Reciba un saludo de Paz y Bien.

Adolfo Pérez EsquivelPremio Nobel de la Paz
Piedras 730 (1070) Buenos Aires – República Argentina Tel/Fax ( 54-11) 4361-5745 e-mail:
serpaj@serpaj.org.arMiembro del SERPAJ América Latina, con Status Consultivo ante las Naciones Unidas ( ECOSOC ) y UNESCO

viernes, 15 de agosto de 2008

Manifiesto contra la ley de migración europea

Señores gobernantes y parlamentarios europeos.

Algunos de nuestros antepasados, pocos, muchos o todos, vinieron de Europa.El mundo entero recibió con generosidad a los trabajadores de la Europa migrante.Ahora, una nueva ley europea, dictada por la naciente crisis económica, castiga como crimen la libre circulación de las personas, que es un derecho consagrado por la legislación internacional desde hace ya unos cuantos años.
Esto nada tiene de raro, porque desde siempre los trabajadores extranjeros son los chivos emisarios de las crisis de un sistema que los usa mientras los necesita y luego los arroja al tarro de la basura.


Nada tiene de raro, pero mucho tiene de infame.

La amnesia, nada inocente, impide que Europa recuerde que no sería Europa sin la mano de obra barata venida de afuera y sin los servicios que el mundo entero le ha prestado: Europa no sería Europa sin la matanza de los indígenas de las Américas y sin la esclavitud de los hijos del África, por poner sólo un par de ejemplos de esos olvidos.

Europa debería pedir perdón al mundo, o por lo menos darle las gracias, en lugar de consagrar por ley la cacería y el castigo de los trabajadores que a su suelo llegan corridos por el hambre y las guerrasque los amos del mundo les regalan.

Desde el continente americano, julio de 2008,
Atentamente.

La realidad de la guerra

En el marco de los Olímpicos de Beijing, las ironías de la vida se hacen latentes cuando por encima de la maltratada política internacional, de los intereses nacionalistas y de los acuerdos endebles entre las naciones; somos testigos del abrazo de dos deportistas que evoca el sentimiento mas profundo de hermandad.
Natalia Paderina y Nino Salukvadze son tiradoras de categoría olimpica, de Rusia y Georgia respectivamente, estas dos jóvenes son hoy una motivo mas para la defensa dde los derechos humanos, por encima de los grandes intereses económicos y políticos.
Y es que esta es la verdadera guerra, la que olvida, excluye, invisibiliza a la madre, al padre, al joven, al hombre, al niño, al ser humano, es esta parte de la guerra la que no captamos, la que disimulamos con nuestra indiferencia. Pero son este tipo de actos, los que nos devuelven a la tierra, los que nos recuerdan que tan humanos somos y que tan crueles podemos llegar a ser.
Un homenaje pequeño para estas dos mujeres que nos dieron una leccion de honor y fraternidad.

viernes, 8 de agosto de 2008

El niño cinco mil millones

Mario Benedetti


En un día del año 1987 nació el niño Cinco Mil Millones. Vino sin etiqueta, así que podía ser negro, blanco, amarillo, etc. Muchos países, en ese día eligieron al azar un niño Cinco Mil Millones para homenajearlo y hasta para filmarlo y grabar su primer llanto.

Sin embargo, el verdadero niño Cinco Mil Millones no fue homenajeado ni filmado ni acaso tuvo energías para su primer llanto. Mucho antes de nacer ya tenía hambre. Un hambre atroz. Un hambre vieja. Cuando por fin movió sus dedos, éstos tocaron tierra seca. Cuarteada y seca. Tierra con grietas y esqueletos de perros o de camellos o de vacas. También con el esqueleto del niño 4.999.999.999.

El verdadero niño Cinco Mil Millones tenía hambre y sed, pero su madre tenía más hambre y más sed y sus pechos oscuros eran como tierra exahusta. Junto a ella, el abuelo del niño tenía hambre y sed más antiguas aún y ya no encontraba en si mismo ganas de pensar o creer.

Una semana después el niño Cinco Mil Millones era un minúsculo esqueleto y en consecuencia disminuyó en algo el horrible riesgo de que el planeta llegara a estar superpoblado.